Páginas

lunes, 22 de agosto de 2011

A los veinte años del golpe contra la Glásnost y la Perestroika

La BBC entrevista a Mijail Gorvachov en este mes de agosto, cuando se cumplen 20 años del golpe que quería derrocarle y le llama "el gran disidente". Contra su Glásnost y su Perestroika se levantó un ejército de militares y civiles que no querían el cambio y la apertura porque interpretaban que se derrumbaba el sistema en el que creían. El golpe no triunfó, pero lo que se pretendía aún está por venir y no se sabe cuando llegará. Será una solución de economía libre de mercado, por supuesto.
Interpretamos desde España y por lo que podemos comprender por los medios de comunicación que donde había regímenes comunistas se ha instalado una élite de gente bien situada que gobierna los países con una mentalidad soviética en una economía de mercado. Lo peor que les podía ocurrir. Tampoco tenemos Glásnost sobre lo que está ocurriendo, porque lo que se entendía por apertura y transparencia no se ha alcanzado. En cuanto a la Perestroika, entendida como reestructuración, sabemos que los que tienen trabajo, en países como la República Checa, hacen jornadas de 14 horas y cobran 400€ en capitales donde el nivel de vida es como el de París o Londres. De los que no tienen trabajo no sabemos nada. La encuesta que me puede proporcionar un agente turístico, es que por cada 10 millones de personas, sólo viven bien 100.000.
No ganaron los golpistas, pero aceleraron el cambio provocando momentos de tensión. Se concluye en algunos análisis que la Perestroika debía haber comenzado por la política y proceder después con el sistema económico. Se mantiene un debate social referente a la existencia de determinados partidos políticos, al sistema democrático, a los valores morales. La gente necesita creer en algo para sentirse partícipe y lo que observo es un gran vacío de poder y de ideas en lo que fue la Unión Soviética.


miércoles, 10 de agosto de 2011

EL DISCURSO DE LOS DISTURBIOS EN LONDRES

Es decepcionante escuchar, leer y ver las noticias que nos llegan desde Londres sobre los disturbios en las calles de diferentes ciudades de Inglaterra. Nada nuevo, si tenemos en cuenta lo que ha pasado en otras ocasiones en el país. El racismo se oculta y el discurso que nos llega es el de la élites dominantes. El mensaje que se transmite es que hay descontento, pero no sabemos a qué se debe. No hay testimonios de los que se manifiestan. Escuchamos a los que tienen miedo de la violencia desatada, pero no nos llegan los contenidos de quienes tienen razones para protestar.
Los medios de comunicación se alinean con las clases pudientes y parecen disponerse a esperar que todo acabe de una vez sin responder a tantas preguntas que nos hacemos. Por lo "políticamente correcto" no sabemos si quienes murieron pertenecen a una raza u a otra, pues ese es el meollo de la cuestión. Este es un discurso de ideología y poder y deberíamos saber cómo se estructura el poder sobre los que se manifiestan, no sólo cuando se pretende aplacar a los que participan en los disturbios. Hay algo que está cuestionando la estructura social y no se dice. Tiene que haber detrás de estas protestas relaciones de poder desiguales y los medios parecen haberse alineado con los que dominan la situación, aunque sea con porras y otros instrumentos de control policial. Una pena.